1. Promueven el valor más básico: el respeto a los seres
vivos.
Las plantas no son el
típico objeto de consumo que se usa y se tira rápidamente. Antes de regalar una
planta es importante asegurarse de si la persona que la va a recibir asumirá la
responsabilidad de cuidarla. Aunque requieren poca atención, las plantas son
seres vivos y su mantenimiento precisa constancia. Justamente por ello, sirven
para concienciar sobre el medio ambiente y son un medio educativo de primer
orden.
2. Requieren un cuidado mínimo.
Eligiendo bien las plantas y colocándolas en el
lugar adecuado, las plantas necesitan un cuidado mínimo. Con encontrarles un
lugar adecuado en la casa, regarlas cada cierto tiempo y abonarlas una vez al
año, la mayoría de las plantas presentarán un aspecto bello y saludable.
3. Oxigenan, filtran y purifican el aire.
En lugares cerrados donde no se abren las ventanas, el
que haya varias plantas resulta muy práctico porque consumen el dióxido de
carbono (al respirar los mismos seres humanos lo emiten) y lo transforman en
oxígeno limpio. También absorben la contaminación que originan el tabaco y la
cocina, y captan los gases de los aerosoles y limpiadores domésticos.
Es conveniente recordar
que de noche las plantas consumen oxígeno y emiten dióxido de carbono. No
obstante, cuando hay luces encendidas, las plantas continúan emitiendo oxígeno.
Por lo tanto, las plantas no están indicadas para los dormitorios, pero sí para
las demás estancias de la casa. En especial son recomendables para los lugares
de trabajo de todo tipo como oficinas, clases, tiendas...
4. Regulan la humedad del ambiente.
Las plantas, al evaporarse su agua de forma
constante, producen humedad. Esta humedad evita los problemas que crean
los ambientes secos como la sequedad de las mucosas, la tos y la irritación de
la piel.
Otro efecto beneficioso
de las plantas es que aminoran la polución y reducen la presencia de esporas y
bacterias que contiene el aire normalmente gracias a que emiten ciertas
sustancias fitoquímicas.
5. Suavizan la temperatura en invierno y verano.
Al crear sombra y evaporar el agua, las plantas hacen
que en verano el ambiente esté más fresco. En invierno amortiguan el frío,
porque, aunque de manera poco llamativa, despiden calor como cualquier
organismo vivo.
Los árboles y las
plantas de hoja caduca en verano dan sombra que evita que la temperatura dentro
del hogar sea más alta; y, al contrario, al caérseles las hojas, dejan pasar
los rayos del sol y permiten que la casa se caliente. Ello trae como consecuencia
mayor confort, una mayor eficiencia energética y que, en consecuencia, el gasto
de electricidad se reduzca considerablemente.
6. Proporcionan bienestar psicológico.
La
costumbre de regalar flores y plantas a los enfermos tiene un trasfondo de
sabiduría popular que responde a una realidad verificable: el estado de ánimo
de los enfermos mejora si tienen plantas a su alrededor, lo cual, a su vez,
influye en su mejoría física.
7. Como elementos decorativos, personalizan y dan carácter a
los espacios.
Hasta que los propietarios de las
casas no ponen plantas, una urbanización es un lugar frío y sin personalidad.
Las plantas proporcionan un carácter especial a cualquier vivienda. Un edificio
cuyo arquitecto ha previsto espacios para las plantas, se asegura un diseño
sugerente. Una enredadera trepando por una fachada proporciona, sin duda, un
toque elegante.
Aunque cualquier planta
no se adapta a cualquier espacio, hay tantas plantas que cada persona puede
elegir el color y la textura de acuerdo con sus gustos. Además son tan
dúctiles, que se puede dirigir su crecimiento haciendo que tomen las formas que
cada cual desee.
Por el contrario, al crecer según
su propia naturaleza, introducen un factor de azar que las hace más atractivas.
Los decoradores conocen perfectamente que con los cambios que el tiempo produce
en las plantas, se logra que la percepción del espacio varíe y se enriquezca
notablemente. Sin duda,
las plantas son elementos decorativos de primer orden tanto para el exterior
como para el interior de las viviendas y de los edificios. Pero no sólo son un
regalo para la vista. Las plantas desprenden olores diferentes y presentan
texturas variadas por lo que ayudan a crear atmósferas sensuales, agradables y
originales.
8. El cultivo de plantas se puede convertir en una gran
afición.
Las planta se muestran tan agradecidas que
acaban apasionando. Las plantas reúnen todos los requisitos para convertirse en
una gran afición. Quien se acerca al mundo de las plantas, encontrará enseguida
otros aficionados con los que compartir sus experiencias. Basta con echar una
ojeada en internet para comprobar las numerosas páginas webs, foros y blogs
dedicados a ellas.
El universo de las plantas
permite diferentes grados de acercamiento. Los que únicamente quieran disponer
de unas cuantas plantas para adornar su vivienda, se darán cuenta del buen
efecto que producen. Los que deseen saber más sobre las propiedades de las
plantas descubrirán que existe mucha información asequible; y si su inquietud
intelectual no queda saciada, hallarán que en el cultivo de las plantas se
entrelazan varias ciencias.
Aquellas personas que
les apetezca poner en práctica su destreza, encontrarán que, por ejemplo, sólo
para regar las plantas se pueden aplicar numerosas técnicas que van desde el
riego por goteo o los cultivos hidropónicos a la informática. Habrá incluso
personas con necesidad de proyectar su espíritu en unos seres tan delicados
como las plantas; entonces los bonsáis les ofrecerán un arte refinado que les
conducirá a la armonía y al arte.
9. Permiten un saludable autoconsumo.
Si se dispone de poco
espacio en la vivienda, en una ventana o en la misma cocina se puede tener una
maceta con algunas plantas aromáticas fáciles de mantener. Condimentos como el
perejil, la albahaca, el orégano, el romero saben mejor recién cortados. Un
buen té con unas hojas de menta obtenidas de una maceta resulta insuperable.
10. Mejoran y humanizan la vida urbana.
Las ciudades permiten
numerosas posibilidades para el desarrollo personal. En este aspecto, cuanto
mayor es la ciudad, ofrece más servicios y más oportunidades para disfrutar. A
pesar de ello, a menudo las ciudades presentan una faceta hostil.
Irremediablemente, se muestran como un entorno artificial y deshumanizado.
En ellas resulta difícil escapar de los ruidos y del humo. Están diseñadas a
fuerza de funcionales líneas rectas y en ellas se transita con prisa.
Esta ambivalencia hace que
las ciudades sean lugares atractivos, pero también que a la mínima oportunidad
sus abrumados habitantes se escapen en desbandada hacia la playa o al campo
para gozar por un tiempo de una vida más natural.